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viernes, 27 de mayo de 2011

El radio telescopio de Irbene, Letonia

Foto Gatis Gribusts
Irbene, una pequeña localidad en la zona fronteriza Letona cuyo principal atractivo turístico es poseer la octava antena de comunicaciones más grande del mundo, nada más y nada menos que 32 metros de diámetro, ¿no esta mal para ser el único monumento del pueblo no?




Clasificado como centro de espionaje militar de alto secreto por el antiguo ejercito soviético, la base militar de Irbene se mostró al gran publico solo cuando Letonia ganó su independencia en 1993. Hasta entonces Irbene y sus zonas aledañas eran una zona prohibida a la que únicamente tenían acceso las personas que contasen con un permiso especial.

Los radio telescopios como el de Irbene fueron construidos en principio para proporcionar comunicaciones por radio a las naves espaciales soviéticas. La primera antena en ser construida fue la de Crimea con una  importantísima misión: permanecer en contacto con Yuri Gagarin durante su histórico vuelo espacial.


Foto Slayerphoto
Con el tiempo el uso de estas antenas se dirigió a otros usos militares mas mundanos. Durante los años 80 las antenas fueron principalmente usadas para monitorear todos los satélites que sobrevolaban la Unión Soviética, mantener el contacto con la flota de submarinos nucleares del Báltico y para calcular las rutas óptimas de vuelo de los misiles nucleares Soviéticos.


Originalmente el centro contaba con 3 antenas, durante la retirada del ejercito Soviético pudieron llevarse la antena de 10 metros, la de 16 y 32 metros eran imposibles de trasladar. No quedaba otra opción que la de destruirlas.

Foto Gatis Gribusts
Tras una campaña de presión por parte de las asociaciones científicas internacionales y de la Academia Soviética de las Ciencias, el ejército soviético se abstuvo de reducir estas obras de ingeniería a escombros. Las antenas fueron cedidas al gobierno de Letonia, el cual las usa actualmente para investigación espacial. Toda una ciudad militar fue construida en sus inmediaciones la cual fue completamente saqueada tras el abandono del ejército soviético. 

A juzgar por las fotos de Benkar, las cuales podéis consultar en su extensa y detallada galería AQUÍ,  no resulta difícil imaginarse a los oficiales del KGB ejercitándose en sus gimnasios o leyendo el periodico para matar las horas tras una larga sesión de espionaje. De hecho no creo que hubiera muchas mas cosas que hacer en las inmediaciones de esta base militar. Mención especial merecen los murales que aun a día de hoy adornan varias de las paredes de este antiguo complejo militar.






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