Miguel.
Te veo sentado en el rincón del ordenador en L-gasse en Ingolstadt.
Escucho el simpático ruido de tus dedos en el teclado. Estás inmerso en tu nube
de concentración. Nuestro hijo mayor todavía es muy pequeño e imagino que ya estará
dormido. Es de noche, cuando hay tiempo de escribir.
...
Me cuesta escribir esta entrada. Ha pasado un año desde el párrafo de
arriba. Me acuerdo de que me dijiste que yo era demasiada meticulosa haciendo
las cosas, y escribiendo. Pero es que las palabras tienen valor y peso. Quiero
que esto quede bien. Es una entrada para darte las gracias a ti, y de tu parte,
dar las gracias a todos los que te han seguido.
La última entrada tuya, “Yo soy Espartaco” no es un final. Tiene su
continuación. Igual que lo que escribiste, de alguna manera u otra, repercute
en tus lectores. Igual que lo que hacemos y decimos, repercute en los que nos
rodean, como círculos en el agua.
Lo que sigue es una de las continuaciones de la entrada “Yo soy
Espartaco”.
…
El jueves 31 de mayo 2018 estoy de vuelta en la Dehesa de Navalvillar.
Es la primera vez desde el paseo de “Yo soy Espartaco”; hace tanto tiempo
parece.
Voy bien acompañada. La furgo argento me ha llevado (cuánto cariño la
tenías), tu cámara de fotos en el cuello (como pesa!) y en la mochila, perdona
si choco con con la sensibilidad de alguién, me llevo lo que físicamente queda
de ti (como pesa también!). Es triste, pero dios, qué bonito. Te voy a llevar a
un sitio que sé que te gusta y vas a estar rodeado de las cosas que te gustan.
Madrid de un lado, la sierra del otro y muy cerca - la base militar de fuerzas aeromóviles FAMET.
El ruido de los helicópteros, cuando pasan, va a ser como canciones de cuna o
nanas para ti.
Desde el parking. Empezemos.
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Parece que va a empezar a llover en cualquier momento. Qué gran
espectáculo a mi alrededor. Las nubes se lanzan por el cielo en una carrera
desde las montañas. Las flores crean una alfombra azul con toques amarillos y
blancos en medio. Me siento pequeña en ese escenario de película, pero sí, hay
sitio para mí, soy parte de ese todo. Empezamos el paseo.
A ver si me acuerdo de cómo llegar al mirador? Allí
está la entrada. |
Cojo el camino bajando hacia el mirador y veo la
pequeña montaña en cuya direccion tengo que dirigirme. Y ya veo el primer
conejo! Y uno mas, y otro! Aquí nos quedamos un buen rato mirando la última vez
y tú le mostraste las madrigueras de los conejos a los niños, a nuestros
vikingos. Querían acercarse a los conejos pero sin éxito, desaparecían rápido
hacia sus casitas subterráneas.
La Nikon de
Miguel me ayuda a ver a los conejos de cerca.
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Cuántos de
ellos se estarán escondiendo aquí?
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Vacas y pajaros que no sé nombrar, me acompañan
también. El mirador se va acercando y me paro a admirar la silueta de Madrid. Tu
mirada se mezcla con la mía. Cómo quiero a esta ciudad y cómo quiero a estas
montañas. Este sitio será como una cuna para ti; la sierra te sujeta de un lado
y Madrid del otro.
En ese mismo momento se mete algo en marcha. El
sonido de un empezar, aire en movimiento, una hélice. El sonido crece y llega a
mis oídos y se propaga por mi cuerpo. Se llena todo el cielo del ruído. Un
helicóptero se pone en marcha y vuela por encima nuestra. Tu me lo hubieras contado
todo sobre ese helicóptero. A mi me impresiona el ruído y el contraste entre
naturaleza y máquina. No falta nada en éste, tu viaje final! Qué concierto! Saco
la Nikon e intento capturar al helicóptero – cómo funciona el zoom!?
Al final llegamos al mirador y subimos las escaleras. Aquí te dejo
volar. Qué mezcla de emociones. Es todo tan triste y tan bonito a la vez.
A la vuelta se abre el cielo y sale el sol. La naturaleza se supera y
yo ya no tengo palabras. Intento capturar la luz, pero se me escapa. Ay Miguel,
que no presté más atención cuando querías enseñarme la máquina de fotos!
Cuando casi estoy de vuelta en el parking, el helicóptero vuelve también. Decimos adiós por esta vez. No sé muy bien a quién dar las gracias, pero las doy. Qué aventura ha sido compartir camino contigo, Miguel. Este último paseo no fue nada diferente. Gracias!
...
Desde la primera vuelta a Navalvillar en mayo 2018 han habido otras
visitas. Una a FAMET con los niños. Otra en el aniversario de tu muerte, con
los niños. Otra, en el día de tu santo con la familia. También en otras
ocasiones, cuando te he echado demasiado a menos. Ir al mirador y sentir la
libertad, la cercanía de las montañas y de la ciudad, es un bonito momento de
pasarlo contigo; un momento de recuerdos, pero también, un momento de celebrar
la vida. De gozar del momento y de la existencia. Lo que tú nos enseñaste tan
bien con tu increíble presencia y amor hacia la vida.
Para acabar. Una canción. Laleh, una de muchas
artistas que escuchamos en nuestras viajes en la furgo. Primero pensé en la
canción “Some die Young”. Hace sentido. Pero esta otra hace todavía más
sentido, “En stund på jorden” o “Un momento en la tierra”. Tiene su toque de
tristeza pero antes de todo es un agradecimiento a la vida, a la existencia. Laleh
canta la maravilla que es participar en ese “momento en la tierra” que tenemos
todos. Gracias otra vez Miguel. Me siento agradecida y afortunada de haber
compartido camino contigo durante el tiempo que nos tocó. Gracias por dos hijos
maravillosos y una familia española fantástica. Te quiero.
(abajo una traducción al español)
Un momento en la tierra
Yo vi cómo
éramos estrellas
y aterrizamos
en el mar.
Cuando dimos
los primeros pasos
desde el
océano
Se me ocurrió aquella
vez
que vadeamos a
través del agua.
Yo me recosté
en el suelo
Y le agradecí
al cielo
Que pudimos pisar
tierra
Que pudimos
sentir la arena
Ahora podemos
decir
Que hemos
estado en la tierra
Sí, yo estaba allí
Lo maravilloso
que era
Lo realmente
maravilloso que era
Yo estaba
cerca, yo estaba cerca,
Yo estaba
cerca, yo estaba allí
Un momento en
la tierra
Un momento en
la tierra
Yo estaba
cerca, yo estaba cerca,
Yo estaba
cerca, yo estaba allí
Un momento en
la tierra
Un momento en
la tierra
Gané a las
montañas
Dividí el mar
Yo era el más
fuerte de nosotros
Pero sin
embargo el más débil
Te tenía de la
mano
cuando dejaste
tus sueños
y te
reconciliaste con el tiempo
te pudo ver dar
las gracias a la vida
A pesar de
todo
Ahora podemos
decir
Que hemos
estado en la tierra…
...
Y gracias a vosotros todos, maravillosos lectores de Rusadas! Miguel
os tenía mucho cariño! Con orgullo, sobretodo en el inicio de su blog, fue
mirando el número de lectores que iba creciendo. Gracias por vuestro apoyo a través
de los comentarios tras la muerte de Miguel. Ha sido maravilloso tener la
oportunidad de conoceros también. Si pasáis por Madrid un día y tenéis la
oportunidad – haced el paseo al mirador de Peña Gorda. Son unos 40 minutos andando
desde el parking justo después del centro militar FAMET. A ver si tenéis la
suerte de ver a los helicópteros pasar encima ;-) Con amor, muchas gracias!
/Linda